La Llegada de Aranel

En estos momentos tengo 12 horas aproximadamente de ser padre, con un poco de sueño y más relajado no revuelan en mi cabeza los mismos sentimientos y pensamientos de la mitad del día de hoy 20 de Noviembre de 2007.
Empezaré hablando de la 1 de la madrugada de este mismo día, cuando estaba en mi computador terminando unos exámenes y me llama mi suegra a decirme que a Idril se le había subido la presión nuevamente y estaba bastante agitada, por lo que le habían colocado sondas para orinar y ayuda respiratoria para enviarle aire a la bebé.
No soporto ver sufrir a nadie, y el sentimiento aumenta cuando son las personas que más quiero, me desestabiliza completamente al punto del auto tormento.
En horas de la mañana llegué a la clínica y la encontré dormida por los calmantes que le suministraban para evitar que la presión le volviera a aumentar, y con la cantidad de mangueritas conectadas en diferentes partes de su cuerpo. Fue ahí cuando sentí terminar de quebrarse mi corazón, y perdí completamente el control de mi voz por lo que preferí no hablar, simplemente me le acerqué y le tomé la mano uniéndome a ella como pude, en ese pequeño instante de intimidad interna, soportando el ardor en los ojos; no quería que me viera así, porque sabía que se despertaría apenas me sintiera, pero creo que al final se dio cuenta.
Luego a las 10:00 a.m. inició el horario de las visitas y a las 11:00 a.m. ella sintió que sangraba. En medio de 4 mujeres fui el único capaz de ver debajo de las sábanas y comprobar que efectivamente estaba sangrando.
El Ginecólogo se quedó a solas en el cuarto con ella y una enfermera y ordenó cirugía de inmediato. La descarga provocada por la situación acabó con el control de la Mamá de Idril, quien salió y lloró en silencio mucho de lo que había aguantado durante los 5 días que ella llevaba ahí. Yo me dediqué a resolver los asuntos inmediatos mientras se me aumentaban poco a poco los latidos del corazón y me hundía en una silenciosa y engañosa calma, que se debilitaba en momentos de soledad.
Media hora estuve parado fuera del quirófano mirando el reloj de mi celular y el de la sala de recuperación de los operados. Al poco rato entró una incubadora y 5 minutos después introdujeron en ella a la niña, vi a Aranel por primera vez después de haberle escuchado 3 veces el corazón en los últimos días.
La seguí realmente muy poco tiempo tratando de grabarme su cara y le vi abrir la boquita para lanzar un chillido, luego entró al cuarto de neonatos en donde está aún y no se hasta cuando.
Logré entrar 2 veces, uno ganándome el favor de la pediatra y la otra en el pequeño y exclusivo horario de media hora sólo para padres, en donde obtuve estas fotos y un video con el celular.
Idril no descansó, la cesárea siempre es dolorosa y reaccionar a la anestesia no es nada agradable, aunque estoy más tranquilo porque la presión se le está normalizando.